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La Cristalina
Intervención en el paisaje – Región cafetera, Colombia
La Cristalina es una intervención en el paisaje de la zona rural de la ciudad de Pereira, en el corazón de la región cafetera colombiana. Este territorio, históricamente sostenido por el cultivo del café, vivió una profunda crisis a finales de los noventa, cuando la plaga de la broca afectó gravemente la producción del grano, principal producto de exportación nacional. A este hecho se sumó el sismo de 1999, que destruyó gran parte de las ciudades del Eje Cafetero, afectando tanto la economía como el tejido social del lugar. En respuesta, se promovieron políticas que buscaron convertir la región en un atractivo turístico, desconociendo las realidades de los pequeños caficultores, quienes necesitaban apoyo para reinventar sus medios de vida. En 2011, la UNESCO declaró al Paisaje Cultural Cafetero como Patrimonio de la Humanidad, lo que consolidó el turismo como nuevo motor económico, pero también profundizó la tensión entre la cultura productiva y la cultura del consumo del paisaje.
La Cristalina revisa precisamente esa relación problemática entre cultura y naturaleza, entre lo urbano y lo rural, y cómo la domesticación del entorno transforma la manera en que lo habitamos. El proyecto parte de un gesto mínimo en el territorio: una acción escultórica efímera realizada en el sector conocido como La Cristalina, un tramo del río Otún —principal afluente de agua potable para Pereira— donde varias familias desarrollan, de manera artesanal, la extracción de arena. Su labor consiste en levantar precarios diques que detienen las partículas del río, configurando un paisaje cambiante que es, al mismo tiempo, lugar de trabajo y espacio de recreo.
Durante los fines de semana, esos mismos diques se convierten en balnearios improvisados para los visitantes, generando una coexistencia entre la labor cotidiana y el ocio urbano, entre lo público y lo privado, entre la intervención humana y la fuerza del agua. La obra se sitúa en ese punto de fricción: donde el esfuerzo físico de la extracción y el descanso lúdico se entrelazan, donde la economía doméstica se mezcla con la contemplación del paisaje.
La propuesta se pregunta por la naturaleza misma de la obra de arte en el espacio público: desprovista de toda mediación museográfica, se sostiene en su relación directa con el territorio y sus habitantes. Más que representar, la intervención activa el paisaje y lo revela como un espacio de negociación entre utilidad y contemplación.