LA CERTEZA DE LA DUDA (2022)

 
El proyecto La certeza de la duda, hace parte de las obras presentadas en el 46 Salón Nacional de Artistas, en la ciudad de Honda en el departamento del Tolima, ubicada en el espacio de Morada rosada, bajo la curaduría Geopoéticas del agua realizada por Santiago Vélez.


Nada más sugestivo que el título de una obra que de entrada nos pone a dudar y, aunque de forma contradictoria, dudar de la duda. La Certeza de la Duda es la sugerente forma en que Fredy Clavijo nos plantea cuestionamientos sobre un futuro incierto en el que los recursos se difuminarán en la sordidez de una ausencia ya latente y si no, al menos, convulsa.


La pieza central de esta obra es un río de rama (seca) que es el premonitorio augurio de las realidades que vivimos. Un río que recorre rígido y frágil por el espacio sin la fluidez de eso que debería transportar. Un río que ni siquiera se estanca en unos vasos vacíos que sí traspasa, como burlando su forma y vulnerando su material, recordándonos el agua que ya no beberemos.


La certeza de la duda es además de una visión trágica con la que el artista especula sobre las lógicas del presente como un punto de inflexión para generar un sinnúmero de posibilidades múltiples, es una puesta en escena en la que se contraponen la realidad y la adversidad del futuro que reclama. Dos años después de elaborar esta pieza por primera vez, Fredy va a la Guajira, al norte de Colombia, en búsqueda del lecho árido que ha dejado un río seco. Allí, en el trasegar despiadado y extenso del desierto, recordó que “esta tierra exprimida por el inclemente sol y aparentemente detenida en el tiempo, fue alguna vez un mar; un mar, hoy hecho de arena, que como esquirlas de infinito se saben horizonte.”






                                                                                                   La certeza de la duda es una instalación
conformada por 30 vasos de cristal 
y fragmentos de ramas que pueden tener unas dimensiones variables,
para esta muestra tiene 3 metros de ancho por 6 de largo.
el año de producción de esta pieza es del 2017

De ambas experiencias, la de una obra que se articula en el espacio poniendo en evidencia la ausencia del agua y la de su desplazamiento a un lugar en el que efectivamente el agua hace mucho dejó de estar, surge una proximidad con ese territorio en el que la explotación minera de carbón marca, la comercialización clandestina y el contrabando de los combustibles se hace recurrente. De esta dicotomía de la aridez, surge la segunda pieza que acompaña a la instalación y que consta de un video en plano continuo en el que una vela, quemada de extremo a extremo y en equilibrio entre dos vasos vacíos, se debate por la combustión de esas dos llamas que la consumen lentamente hasta agotar el recurso que siempre ha estado ausente. 

Texto del curador Santiago Vélez.